domingo, 17 de octubre de 2021

¿De que raza eres>

¿De que raza eres? Esa es una pregunta que nunca me hicieron cuando vivía en Perú, sin embargo me la hacen a cada rato desde que vivo en los Estados Unidos. Seguramente se les hace dificil verme y luego saber que mi apellido es Carcovich. Yo siempre he dicho que yo soy como esos perritos chuscos que andan sueltos, muchos sin dueño, en las calles limeñas. Por mis venas corre un sin numero de razas todas mezcladas dentro de mi, todas esas razas han contribuido a como me veo como persona, algunas de ellas, por ejemplo, ganaron a las otras razas dentro de mi, en el color de mis ojos y mi pelo, otra ganó al darme pelo crespo, en lugar de lacio, y asi entre todas ellas contribuyeron a crear a esta mujer, que no es ni alta ni baja, que siempre ha sido media gordita y que nunca ha sido una belleza, ni una luminaria en ciencias, sea simplemente una persona común.
Que yo sepa, mis antepasados de parte de mi madre eran judios sefarditas expulsados de España, pero no se si eran de parte de mi abuelita o de mi abuelito, sin embargo, eran de raza blanca porque mis dos abuelos de parte de mi mamá eran blancos, pero siendo de provincia, estoy segura que tengo sangre india. De parte de mi papá, sus abuelos paternos vinieron de Croacia y probablemente eran blancos con ojos azules, Cuando yo era chica conocí al tio de mi papá se llamaba Pílares y me acuerdo que tenia sus ojitos azules. Estoy segura tambien, que mis abuelos croatas, se casaron son peruanas y por alli seguramente tambien tengo sangre india. De parte de la mamá de mi papá, que se apellidaba Pardo Figueroa, sé que eran una familia ilustre que vinieron de España. asi que probablemente eran blancos, pero mi abuelita era morena de pelo crespo, por lo que determino, que a traves de los años, alguna persona se casó con una persona india y quizas otro tuvo una esposa negra y yo. como una de sus descendientes, sali morenita con pelo crespo, la verdad es que no lo sé y ni me importa, soy su descendiente y a mucha honra llevo las sangres de todos ellos.
Escribo este tema de las razas, porque hoy salió un artículo super interesante en el diario “Los Angeles Time”, resulta que en Puerto Rico, el número de habitantes de raza blanca del censo del año 2010 eran 2.8 millones de gente blanca, ahora después de 10 años, en el censo del 2020, hay 560,592 blancos. Y no es que se hayan ido de la isla, ni se hayan muerto, es que los puertorriqueños han decidido, que no son blancos, de acuerdo al “standard” de USA, y que tampoco son negros, asi que se ha apuntado como de otras razas. Lo más chistoso de todo es que muchos han escrito, como su raza, “puertorriqueños”, otros han escrito “Latino”, otros “Hispanic” otros han dejado en blanco el espacio de su raza, otros se han identificado como de la “raza humana”, otros como “descendiente de africanos”, pero las respuestas que mas risa me dán es que son de “raza normal”.y “me llevo bien con todo el mundo”
Los antropólogos dicen que, a partir del huracán “Maria” que tuvieron recientemente, que hizo terribles daños a sus ciudades y a sus servicios públicos, los cuales hasta ahora siguen sin arreglar, se han dado cuenta que los Estados Unidos los consideran una raza inferior que no vale la pena que los ayuden, asi que les ha dado rabia y han decidido boicotear el censo dando las respuestas que les da la gana.
Ahora, queda esperar al censo del 2030 y ver como responden los portorriqueños. Mientras tanto a mi me encanta Puerto Rico y su gente.
Una vez fuimos mi hermana Elsa y yo con nuestras chiquitas, a pasar una semana de vacaciones a San Juan, nos. paseamos lindo, nos quedamos encantadas con las casas viejas del Viejo San Juan, que las han reconstruido con sus patios de piedra o azulejos. Nuestras hijas gozaron de la playa, estabamos felices mojandonos como patos en la orilla del mar. Cuando se acabo nuestra semana, mi hermana y su hija se fueron de regreso a Lima, y yo me vine a Los Angeles. Me tome un taxi para ir al aeropuerto y el chofer, un señor mayor, me pregunto de donde eramos y empezamos a conversar. Cuando llegamos al aeropuerto, le pague, y mi hija y yo nos fuimos para hacer la cola, de pronto ví al chofer del taxi quien y se nos acercó. Le pregunte “¿Pasa algo, me he olvidado de algo? Y me contesto con una sonrisa, “Oh, no, sólo pensé que ustedes se iban y nadie las ha venido a despedir, asi que estacioné mi carro y he venido a despedirlas”. El chofer nos acompaño hasta la sala de salida al avión, se despidió dandome un abrazo y tocandole la cabecita a mi hija le dijo “adios niñita”. Desde ese dia, Puerto Rico tiene un pedacito de mi corazón.
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