domingo, 24 de enero de 2021

El amor de los padres

 Mi sobrina tuvo un bebito hace 4 meses, solo lo conocemos por la computadora donde lo vemos que lindo es, la pandemia ha hecho que nuestra familia que es tan unida, ahora esté separada por el miedo de contagiarnos entre nosotros, y la posible perdida de alguien querido. Asi que así estarémos,  hasta que nos den la luz libre de vernos, abrazarnos y conocer a nuestro chiquito.


Hoy tuvimos la alegria de verlo, ha creido y está más gordito. Su mamá nos contó que esta tratando de enseñarle a tomar su lechita de mamá en biberón, pero que el rechaza su lechita en botella. Yo le dije que no es que rechaza la leche sino el biberón, que no es lo mismo que el pezón de su madre, calientito y suavecito .  Desde entonces, he estado pensando en “el milagro” de ese momento en la cual la madre alimenta a su hijo. 


Cuando la madre toma a su bebe en sus brazos y se lo acerca a su pecho, es un momento sagrado, casi como una oración de gracias a Dios. Sólo a EL (Dios) se le pudo ocurrir un momento tan tierno y sublime, donde esa madre alimenta a su bebe y ambos estan tan cerquita el uno del otro que,  vuelven a ser uno sólo,  como cuando el bebe estaba en su vientre. Y en esa proximidad maravillosa, mientras ella lo alimenta,  ambos se llenan de amor y ternura.


Y eso también pasa con las mamás que no pueden amamantar a sus hjitos, yo que adopté a mi hija cuando ella tenia 3 días de nacida, nunca le pude dar el pecho, sin embargo, desde su primer biberón cuando la tome en mis brazos y le dí su lechita, ella supo que yo la amaba, que era mi hijita querida, y formamos ese lazo sagrado de madre é hija que sigue igual a pesar de los años que han transcurrido.


Y ese amor de madre a hijo, sigue a través de los años. Cuando éramos chiquitos, estar con nuestros padres todos juntos era una fiesta para nosotros. Mi padre llegaba  del trabajo con su periodico de la tarde,entonces sentaba en su sillón a leer su periodico y mi mami prendia la radio y escuchábamos “Loquibambia” y el programa de Teresita Arce. Mi hermana Elsa encima de las faldas de mi papá y mi hermana Mali y yo junto a mi mami. Mi hermano que, ya era un adolecente,  a esa hora (hasta que lo llamaban para comer) estaba siempre afuera con sus amigos. A mi me encantaba estar juntito a mi madre para olerla, olia riquisimo, no sé si era la crema Ponds que se ponía todos los días, o su perfume, pero era un olor de mamá maravilloso.  Cuando regresamos del internado en Texas, en las tardes frias del invierno de Lima, nos acurrucamos con mi mami a ver TV con nuestros ponchos encima, entonces nos haciamos un té calientito, ó mi mami nos preparaba avena con chocolate, que hasta ahora es el favorito de toda la familia en las tardes frias.


Estoy segura que todo el mundo tiene recuerdos de sus padres, de cuando eran chiquitos y que lo único que era importante era estar cerca de ellos, queriéndoles, tratando de ser “niños buenos” para que ellos estan orgullosos de nosotros. No importa donde vivimos ó  si somos ricos, ó pobres, si nuestros padres estan con nosotros, llenandonos de cariño y con la seguridad de su presencia, crecemos felices.


Cuando murió mi papá, yo vivia en Venezuela con mi hijita, tenia un buen trabajo, estaba rodeada de los mejores amigos del mundo, y aunque estaba lejos de mi familia, mi hija y yo éramos felices. Entonces, me llegó una carta “colectiva” de mi mamá a sus hijos donde nos decia que ella queria morir rodeada de sus hijos, y no como mi papá que tenia a casi todos sus hijos lejos, asi que queria que vieramos la forma de juntarnos todos, en Lima, en California o en cualquier sitio pero que estemos todos juntos. En ese momento pensé que mi hija y yo viviamos solitas, que mi familia eran unos extraños para ella, y que si me pasaba algo, ella terminaria viviendo con alguna de mis hermanas ó mi hermano,  y seria una extraña para ellos. Asi que estuve de acuerdo con que toda la familia viviera en un mismo sitio, y mi hermano que era ciudadano norteamericano, tomó la decisión que todos vinieramos a California, total ya Mali y Elio y sus hijos ya estaban viviendo en Los Angeles, el pediria la visa para los que faltabamos.  Y asi terminamos viendo todos en California.


Nuestras visas se demoraron en salir como 4 años, al llegar Elsa, Cecilia  y yo nos juntamos y viviamos juntas con nuestras hijas.  Mali y Elio decidieron que, ya que sus hijos estaban casados, menos uno, y Mali no trabajaba ellos podrian cuidar de ella con más facilidad que nosotras tres que trabajamos.  Todo iba bien, hasta que por el trabajo de Elio, se mudaron a Orange County, donde compraron una casa preciosa. Todos los dormitorios estaban en el segundo piso. Pasado un tiempo, Elsa y yo, nos jubilamos del trabajo, y un día recibimos una llamada de Mali, que mi mamá, se habia rodado las escaleras de su casa y estaba en el hospital.  Salimos como locas, pensando lo peor, mi pobre mamita se había roto la cabeza, las costillas, la cara, estaba muy mal, estuvo internada en el hospital casi un mes.


Hicimos una reunión de familia y Elsa y yo pedimos que nuestra madre viviera con nosotros, ya para ese entonces, Elsa y yo estamamos jubiladas de nuestros trabajos. Además, en la planta baja de nuestra casa teníamos una salita de TV y alli podriamos hacerle su cuarto, que tenia un bañito cerca, asi que nunca más se rodaria las escaleras. Y asi nos llevamos a nuestra madre a vivir con nosotras.  Al principio mi mami estaba como siempre, alegre, cantaba, veia sus telenovelas, leia sus Selecciones y sus Vanidades., pero poco a poco se fué retrayendo, la llevamos al doctor y éste nos dijo que mi mamá tenia demencia. Poco a poco nuestra madre dejó de hablar, se sentaba en un sillón de la sala y miraba al infinito, ya no veia TV, ya no leia, sólo rezaba. Un dia me llamo “Oye, ven” y yo me acerque a ella y le pregunte “¿Mami necesitas algo?” y ella me dijo “solo quiero decirte que antes yo era tu mamá y tu eras mi hija, ahora yo soy tu hija y tu eres mi mamá”. Se me hizo un nudo en la garganta y la abrace y le dije, “Te prometo que trataré de ser la mejor de las madres, como tu lo fuiste con nosotros”. Desde ese dia mi madre pasó a ser mi hijita, y ella se olvidó de decirme Pochi y sólo me decía mamá. No pude cargarla y apretarla contra mi pecho (como si ella fuera mi bebita), Pero Dios sabe cuanto la amé y quise ser la madre que ella nunca tuvo, porque mi abuelita murio cuando ella nació.


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