viernes, 24 de julio de 2020
Acorralados
En este tiempo de pandemia, encerrados en nuestras casas, con las caras tapadas, me estoy sintiendo acorralada. Bien dicen que uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. No es que yo haya sido, antes de la pandemia, una callejera, ya sea porque me gustaba andar paseandome, o porque salia todos los días a comprar algo (como hace el 97% de los americanos, cuya vida es comprar, comprar y comprar). Hasta en el encierro siguen comprando. Las camionetas de Amazon vienen a cada rato a nuestro condominio, y nuestros dos perritos se vuelven locos y empiezan a ladrar porque, como son camionetas grandes, hacen más bulla que los carros, y ellos ya saben.
Desde que estoy jubilada del trabajo, mi vida ha sido super tranquila, no tengo mucho que comprar - aparte del mercado donde compro mis cosas para hacer mis alimentos, y quizas la farmacia donde compro mi Allegra para mi alergia, porque a la vejez, amanezco con la nariz tupida como si tuviera un resfriado y tengo que tomarme una pastillita para que se me pase. Creo que esta alergia me la causa mi gatita, porque suelta pelos como loca, pero no se lo digan porque es mi compañerita y no quiero que se preocupe, la adopte hace 2 años y las dos estaremos juntas hasta que una de las dos se muera primero.
Asi que como veran, con lo poco que salía, no deberia tener problemas por no salir, pero sin embargo me siento acorralada. Me encanta tejer, si me das unos palitos y unas lanas, soy feliz, pero me han cerrado las tiendas dos veces, cuando estaba feliz que por fin me las habian abierto, me las cerraron nuevamente porque los infectados con el virus en California han subido en los miles diarios. Lo mismo ha pasado con nuestras iglesias, nos la han cerrado dos veces, cuando estaba tan contenta de poder recibir mi comunión, con el Cuerpo de Cristo en una hostia, me la vuelven a cerrar, ahora he tenido que volver a escuchar mi misa por a TV, que es un alivio, pero nunca será lo mismo que una misa en la iglesia. Lo único que me ha hecho feliz es que cuando volvieron a abrir las peluquerias, tuve tiempo de cortarme el pelo antes que las volvieran a cerrar nuevamente. Al menos ahora estoy acorralada pero bien peinadita.
Gracias a Dios soy vieja y puedo quedarme en casa, habiendo trabajado toda mi vida, he tenido que sacrificar no estar con mi hija todo el dia cuando era chiquita, como envidiaba a las mamás que podian quedarse en casa para criar a sus hijos. Y ahora que estoy en casa todo el día, ya no tengo hija ni nietos que cuidar. Sólo me queda la satisfacción de saber, que tanto mi hija como mis nietos estan bien, en su casa, sus trabajos, ocupados en sus cosas. Mi hija me llama todos los días después de su trabajo, pero mis nietos muchas veces pienso que ni se acuerdan de mi. Yo que he perdido a mis padres y a mi hermano sé cuanto duele encontrarse con ese vacio que dejan nuestros seres queridos cuando se van, quizas tendré que morirme para que mis nietos me extrañen y lamenten que ya no este con ellos. Pero no los culpo, son jovenes y necesitan salir y ser activos, por eso rezo mucho por ellos, para que no se contagien con el virus.
Pobres pajaritos y los otros animalitos que la gente tiene encerrados en jaulas, pobres los seres humanos que tienen que estar encerrados en una carcel por años y años. Los primeros estan encerrados en jaulas por el deseo de los humanos de poseer todo, los segundos porque cometieron errores (aunque hay miles de gente inocente metida an carceles por pensar diferente que los dictadores de sus paises, o porque los han acusado de algo que no han hecho). Cuanta injusticia vemos a diario, lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a verlas.
Asi que, queridos amigos, como dice el dicho "no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista". La pandemia durará, probablemente, hasta el otro año ó menos, si la gente obedece las reglas del juego, si siguen saliendo como locos a divertirse, entonces seguiremos encerrados sintiendonos acorralados.
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