En un pueblo cercano a la Ciudad del Cusco, hay una capillita, muy antigua, donde hay una imagen de la Santa Virgen Maria que tiene una corona adornada con una perla enorme, que según la gente debe valer millones de soles. Sin embargo, nunca nadie ha tratado de robarsela porque gente del pueblo siempre estan alerta de alguna gente rara que llegue a visitar su capilla. En esa misma capillita, hay una estatua del Niño Dios, que la gente del pueblo le pone platanitos y manzanas y hasta algunos juguetitos como si de verdad pudiera comerselos o jugar con los juguetes.
Cierto día, doña Juana habiendo terminado la venta de sus legumbres en el mercado, recogió a Ricardito, su hijo de 6 años de la escuela e iba rumbo a su casa, cuando vió a la pequeña capillita y le dieron ganas de entrar para agradecerle a Dios la buena venta que tuvo con sus verduras ese día, asi que entró y empezó a rezar. Mientras tanto, Ricardito aburrido empezó a pasearse por la capillita, viéndolo todo. Entonces vió al Niñito Dios rodeado de frutas, y le preguntó “¿vas a comerte esa fruta?”, el Ninito Dios le contesto, no, si tu quieres cometela, yo te la regalo, y de un brinco se bajó del altarcito donde estaba, mientras Ricardito pelaba un platano, le preguntó al Niño Dios, ¿y tu como te llamas? “Me llamo Jesús” contesto el Niño Dios.”¿Y donde vives?” le pregunto Ricardito. “Acá” contesto el Niño Jesús, “¿tu mamá y tu papá trabajan en esta iglesia?” Jesús, como pensandolo bien, se demoró un ratito y contesto “Si tu le llamas trabajar a eso, bueno sí”. Como Ricardito era un niño, no le dió mucha atención a esa respuesta, y le preguntó a Jesús “¿quieres jugar algo?, “si contesto Jesús, pero a que?”. “A mi me gusta jugar al futbol, dijo Ricardito, pero no traje mi pelota, otro día, cuando venga, voy a traer mi pelota, también te voy a traer un pantalón que me queda chico y unos zapatos que estan viejitos pero que te pueden servir, porque con esa camiseta larga que tienes puesta no podrás jugar y sin zapatos te puedes hacer daño en una de tus patas” Y Ricardito salió corriendo al llamado de su mamá que ya se iba.
Pasaron varios días y Ricardito le pidió a su mamá “por favor mamacita, mañana vamos a la capillita, quiero ver a mi amigo y jugar con el, mientas tu rezas, si?” Asi que doña Juana después de su venta, se fué con Ricardito a la capilla a rezar. Apenas llegaron a la capilla, Ricardito salió disparado a ver a su amigo Jesús, “amigo, traje mi pelota y el pantalón y los zapatos para ti” Jesús, de un salto bajó de su altarcito y le quitó la pelota de futbol de las manos a Ricardito, juguemos dijo entusiasmado, pero Ricardito le dijo, “ponte estos pantalones y los zapatos primero”. Todo apuradito el Nino Jesús, se puso los pantalones encima de su ropita de santo, y se acomodo los zapatos que aparentemente todavia eran muy grandes para el, y salieron al patio, contínuo a la capilla, a jugar. Ricardito le explico las “reglas” del juego a Jesús y jugaron como locos, pateando esa pelota y apuntandole al “gol” que ellos mismos habian marcado con unas piedras. Demás, está decir que ambos niños estaban colorados de tanto correr y todos sudados, pero que felices que estaban. Cuando la Sra. Juana llamó a Ricardito, los niños se despidieron, y Jesús volvio a su pequeño altar. Estaba tan contento de todo lo que habia jugado, y milagrosamente al subir a su altar sus pantalones y sus zapatos, desaparecieron y el volvió a su ropa de santo. Sin embargo todavia estaba sudando y tenia su carita toda colorada.
Asi los niños jugaron muchas veces, los pantalones y los zapatos de Jesús aparecian milagrosamente, cada vez que Ricardito lo venia a buscar para jugar. Para Ricardo, era el primer amigo que tenia, en el colegio tenia compañeros de escuela, pero ninguno era su mejor amigo como lo era Jesús.
Un día llegó Ricardo sólo a la capilla, estaba muy triste, “¿que te pasa?”, le preguntó Jesús, y su amigo le respondió, “Mi mama está en el hospital, anoche la llevamos, pensamos que todo iba a estar bien cuando nazca mi hermanito ó hermanita, pero dijo el Dr. que tiene “algo de placencia y yo no se qué, y que se puede morir ella ó mi hermanito”. Vamos a ver a tu mama dijo el Niño Jesús, y salieron corriendo de la capilla. Ricardo recordó que la noche anterior no lo dejaron entrar con su mamá, “me dijeron que los niños no podian entrar a la maternidad”.
“No te preocupes”, dijo Jesús, al llegar al hospital, se fué directamente a donde la recepcionista y le dijo “venimos a ver a la mamá de mi amigo, se llama señora Juana Mamani”, la recepcionista le dijo “está en la maternidd, cama 37” y allí se fueron. Cuando la Sra. Juana los vio les dio una sonrisa, “mi hijito ¿como estas?” “bien mamacita, como estas tu?” Entonces Jesús le dijo a la Sra. Juana “no se preocupe, ya no tiene “placenta previa”, todo saldrá bien, tendrá una bebita y tanto ella, como usted,estarán bien.” Jesús le tomó la mano y se la besó, mientras pensaba “la mano de Juana, es igual a la de mi mamá cuando viviamos en Nazaret, manos de madre trabajadora, asperas y fuertes”, benditas sean”
Días después vinieron a la capilla el papá de Ricardo, la señora Juana con su nueva hijita y Ricardo, al ver al monaguillo de la capilla, le preguntaron “sabemos que aqui trabajan los padres de Jesús, podria decirnos ¿donde podemos verlos? “ El monaguillo pensó que le estaban haciendo una broma y les contesto “si, aquí trabajan, encontrarán a su mamá en el altar mayor y a su papá en el Tabernáculo”. Los papas de Ricardito no se dieron cuenta de lá ironía con que el monaguillo les habia contestado. En ese momento, llegó Ricardo corriendo y les dijo “vengan, vengan, algo raro le ha pasado a Jesús, se ha convertido en estuata”, “estatua” corrigió el papá de Ricardo y los dos corrieron detrás de su hijo . Y efectivamente, Ricardo paró frente a la estatua del Niño Jesús. La mamá de Ricardo se llevó la mano a la boca sorprendida y dijo,”este es el mismo niño que vino con nuestro hijó al hospital”.
Recien se dieron cuenta de lo que habia pasado, el Niño Jesús habia tomado vida para avisarles que todo estaría bien. Todos estaban sorprendidos, pensaban que era un milagro que, por ser muy humildes, no se lo merecian. Sólo Ricardo estaba triste, “ya no volveré a ver a mi amigo”, ya no volveré a jugar con el” pensaba.
Un día saliendo del colegio Ricardo, sin darse cuenta, se fué directamente a buscar a su amigo,traia su pelota de futbol consigo, y alli estaba Jesús esperandole, con sus pantalones y zapatos viejos, se vieron y se abrazaron, salieron corriendo a jugar y sudaron y se pusieron colorados. Pero cuando Ricardo tenia que regresar a su casa, Jesús le dijo, “amigo, esta será la última vez que juguemos. Pero quiero que sepas, que nunca te olvidaré, siempre serás mi amigo”. “Y tu tambien, siempre seras mi amigo” le contesto Ricardo. Voy a hablar con el padre para que me deje ser monaguillo, quizas algún día hasta pueda ser un sacerdote, asi puedo hablar contigo”. “Me encantaria que lo fueras, pero no tienes que ser sacerdote para hablar conmigo” le dijo Jesús. “Solo tienes que hablarme con tu alma y tu corazón y yo estaré siempre a tu lado”.
Esa fué la última vez que hablaron los amigos con palabras. Sin embargo la comunicación continúa todos los días, mediante las oraciones que Ricardo reza, y que nuestro Señor Jesús escucha.
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